En muchas ocasiones este cambio viene teñido de crisis existencial, en el que el concepto de vida que tenemos deja de tener sentido y comienza a derrumbarse. Ese es el buen momento, el momento de detenerse, de asumir, de transformar y responsabilizarse, de madurar como individualidad.
Una experiencia en la que te invito a entrar en ti para luego ir hacia afuera desde tu centro, desde la confianza, la dignidad, la libertad y el amor.