Trabajar en los talleres con David es un paseo. Un paseo por el sentir, por la propia existencia del ser y del estar. Cada uno lo experimentará a su manera, claro, pero estoy segura que todos nos vamos a casa con la sensación de no haber podido estar en mejores manos. La dinámica en sí del taller, la transmisión del conocimiento, las actividades y los ratitos entre medias, te invitan a abrirte con naturalidad, a dejarte tocar ahí dentro. No es una condición, simplemente pasa, si quieres. Lo que allí ocurre te llega al alma. Y todo, como digo, como si se tratara de un paseo.
El respeto, lo divertido, lo serio, lo suave y firme, además de lo mágico del contenido entre manos, son parte de la atmósfera que allí se crea. Que David crea. El humor es una de las características contagiosas de este pedazo de terapeuta. Sabe tanto y está tan vivo, tan presente…Además es generoso y humilde. El que busque un gurú altivo y reservado se llevará una gran decepción. David da constantemente, y además, regala voluntariamente unos ratos tan especiales…(no desvelo nada porque es para vivirlo). Te vuelves a casa con mucho, mucho vivido, movido, armonizado y si quieres, mucho para seguir haciendo en tu día a día, en tu vida.
Gracias David, ¡gracias por tanto!